El Espacio Empresarial Iberoamericano y el premio Enrique V. Iglesias

20141122 Cinco Días -Nuria Vilanova -TribunaEn el CEAL Capítulo Ibérico apostamos por la iniciativa individual de los líderes empresariales y su capacidad para generar actividad económica y, a través de esta, empleo y desarrollo social.

La construcción del espacio empresarial iberoamericano permitirá establecer relaciones comerciales y societarias y, al mismo tiempo, generar flujos de inversión a ambos lados del Atlántico. El ‘Premio Enrique V. Iglesias al Desarrollo del Espacio Empresarial Iberoamericano‘ reconoce esta realidad, según recoge una tribuna de Núria Vilanova que publica el diario Cinco Días.

Instaurado en 2014, en honor de D. Enrique V. Iglesias, presidente de Honor del CEAL Ibérico, la I edición de este galardón se ha concedido a Valentín Diez Morodo, artífice del éxito internacional de la marca Corona, participa en diversos consejos, fundaciones y organismos bilaterales de México y España (Comce, Cehime…) y asesora en multitud de consejos de empresas, cuyos ingresos suman el equivalente al 3,4% del PIB de México.

Adjuntamos el texto de la tribuna


A principios de año, cuando decidimos instaurar el Premio Enrique V. Iglesias, nos planteamos si el objetivo debe de ser el desarrollo de un espacio común o del espacio empresarial iberoamericano. Ambos conceptos son correctos, pero el espacio común suele estar vinculado con la acción de los Gobiernos y poderes públicos –un ejemplo puede ser el espacio común europeo–, mientras que los espacios empresariales los desarrollamos los empresarios. Son por tanto iniciativas de los individuos, en general líderes sociales, que llevan a cabo acciones que repercuten positivamente en la sociedad y son asumidas también por los poderes públicos.

En el Consejo Empresarial de América Latina (CEAL) y en el Capítulo Ibérico del CEAL apostamos por la iniciativa individual de los líderes empresariales y su capacidad para generar actividad económica y, a través de esta, empleo y desarrollo social.

La construcción del espacio empresarial iberoamericano permitirá establecer relaciones comerciales y societarias y, al mismo tiempo, generar flujos de inversión a ambos lados del Atlántico. Este espacio empresarial, que impulsamos los individuos –empresarios–, desembocará antes o después en un espacio común iberoamericano.

Fases en la integración

Se trata de una consecuencia lógica del desarrollo de la teoría de las tres fases en las relaciones entre Latinoamérica y España. En una primera etapa, en los años noventa, las empresas españolas invirtieron en América Latina. En la segunda fase, fueron las empresas multilatinas las que desembarcaron en Europa. En la tercera fase, que se inicia ahora, las empresas de ambos lados del Atlántico buscan generar vínculos económicos, establecer relaciones comerciales y societarias, afrontar conjuntamente inversiones y así generar crecimiento y empleo.

En esta fase no cabe ya hablar de Latinoamérica y España, ni tan siquiera ceñirnos a España, sino de la península Ibérica (España, Portugal y Andorra) y, por tanto, de espacio empresarial iberoamericano. Debemos fomentar que las empresas multiibéricas lleguen a los mercados europeo y africano.

El continente latinoamericano está estableciendo las bases del espacio empresarial: el crecimiento de los últimos años facilita la transformación de las empresas multilatinas en globalatinas (empresas latinas globales), los pactos y tratados multilaterales fomentan el comercio y la integración de las Bolsas en el MILA mejora la financiación de las empresas. Pero debemos avanzar más en la integración efectiva y estimular las cadenas de valor en Latinoamérica, un continente con un PIB de unos 7.000 millones de dólares, sin contar el producto de los países de la península Ibérica.

Premio Enrique V. Iglesias

El Premio Enrique V. Iglesias al Desarrollo Empresarial Iberoamericano reconoce esta realidad.

Instaurado este año, en honor al primer secretario general iberoamericano (D. Enrique V. Iglesias), en su primera edición lo entregaremos a Valentín Díez Morodo, vivo ejemplo de empresario global y síntesis de los valores del iberoamericanismo económico.

Díez Morodo fue el artífice del éxito internacional de la marca Corona, participa en diversos consejos, fundaciones y organismos bilaterales de México y España (Comce, Cehime…) y asesora en multitud de consejos de empresas, cuyos ingresos suman el equivalente al 3,4% del PIB de México. Como consejero del grupo Anheuser Bush Inbev, lleva puesta una camiseta brasileña-belga-mexicana. Asimismo, asesora a Telefónica, OHL y Zara en México y a Bodegas Vega Sicilia o el Museo del Prado en España.

Es también un ejemplo de la pujanza y solidez económica de México. El intercambio comercial entre España y México se ha multiplicado por tres en los últimos diez años, al pasar de 3.800 millones de dólares en 2003 a 11.511 millones en 2013, según datos de ProMéxico.

Y en el futuro, estas relaciones se reforzarán aún más. Como dijo Valentín Diez Morodo, en una entrevista en este mismo diario, con motivo de la XXV Asamblea Plenaria CEAL, “ahora que la crisis está empezando a pasar, hay una oportunidad muy buena para la entrada de capital español en distintos sectores de la economía” en México.

 

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