Fin del voto de castigo a los oficialismos y reelección plebiscitaria de Bukele
El Salvador inaugura el año electoral latinoamericano. En 2024 habrá seis elecciones presidenciales en la región y tres comicios locales.
Todo apunta a unas elecciones salvadoreñas sin mucha historia: el favorito para conseguir ser reelecto sin necesidad de ir a la segunda vuelta es Nayib Bukele quien seguramente alcanzará cifras récord de apoyo y de distancia con respecto a sus rivales.
La encuesta de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, publicada el 6 de diciembre, le otorgó a Bukele un 61,7% de intención de voto, mientras que los otros cinco candidatos sumados no alcanzaban el 10%. Los partidos dominantes entre 1989 y 2019, la exguerrilla del FMLN y la derechista ARENA, sólo obtendrían el 2,6% y el 1,5%. Hay encuestas que le dan una votación por encima del 90%.
El triunfo de Bukele será claro, tras sus éxitos en el combate contra las bandas criminales. La reelección tendrá un sesgo plebiscitario. Será facilitada por sus éxitos económicos y en materia de seguridad, así como por la debilidad de la oposición. Bukele llegó al poder en 2019 tras ganar las elecciones de forma contundente. Se impuso en la primera vuelta con el 53%, frente al 31% de su principal rival, dejando debilitados a los dos partidos que gobernaban desde 1989. El triunfo se completó en 2021, cuando obtuvo mayoría absoluta en el Parlamento.
Con ese respaldo, ha desplegado su política de mano dura contra las bandas criminales, las maras, decretando sucesivos estados de excepción. Más de 70.000 pandilleros fueron encarcelados.
Las tasas de crímenes y homicidios se desplomaron, pasando de 106 homicidios por cada 100.000 personas en 2015 a sólo ocho en 2022. Esto explica su amplio respaldo social, al resolver, al menos a corto plazo, la principal preocupación que agobiaba a la población, la inseguridad. Su gobierno ha manejado, además, bien la economía: descenso del desempleo, crecimiento del PIB, caída del déficit y reactivación del turismo.
No hay duda sobre el resultado electoral. Más bien la duda es qué seguirá a su reelección y por dónde caminará su gobierno para el próximo quinquenio: ¿podrá mantener su exitosa política de mano dura contra las maras? ¿Su apuesta por el bitcoin empezará a dar sus frutos? O ¿los problemas de la deuda y el déficit podrán obstaculizar sus proyectos?
