El periodo 2025-2027 en América Latina puede ser catalogado como un trienio electoral en el cual va a quedar conformado el panorama político regional hasta el arranque de la próxima década. Once países van a celebrar elecciones presidenciales lo que, unido a los procesos vividos en 2024 (El Salvador, Panamá, República Dominicana, México, Venezuela y Uruguay), acabará por delinear la forma como llegue la región a la cuarta década del siglo XXI.
Así, 2025 no solo será testigo de cinco elecciones presidenciales, sino que además habrá comicios legislativos en Argentina y Venezuela, locales en Uruguay y Venezuela y judiciales en México. Además, será un año con un componente fuertemente preelectoral en países como Brasil donde estará en juego la continuidad o no de Lula da Silva o en Colombia con la herencia de Gustavo Petro en juego.
La alta intensidad electoral en América Latina es una constante y 2025 no va a ser una excepción sino continuidad con respecto a 2024: el año pasado hubo seis elecciones presidenciales y en este tendrán lugar cinco, si se incluye el caso haitiano de evidente repercusión en el contexto caribeño, en general, y en el dominicano y hasta estadounidense en particular.
Tras lo vivido electoralmente en 2023 y 2024 se puede desechar la idea de los giros a derecha o izquierda. La población no vota ideológicamente sino con el bolsillo o guiada por sus sentimientos de angustia por la inseguridad o por la frustración con respecto al funcionamiento del estado, los partidos y la clase política. Este substrato, que se traduce en un voto pragmático más que ideológico, de apoyo a quien solucione los problemas o acabe con la corrupción y la inseguridad, va a estar presente en las numerosas y heterogéneas citas electorales de 2025.
Las elecciones de 2025 van a ofrecer un retrato del actual momento político-institucional que vive la región. Una coyuntura marcada, como en el resto del mundo, por la extrema polarización (“mileismo” vs “antimileismo”, “correísmo” vs “anticorreísmo” o “evismo” vs “antievismo”, por poner solo tres ejemplos). Un contexto también de elevada imprevisibilidad y heterogeneidad: las situaciones locales -sin duda influidas por procesos globales y regionales- tienen sus propias dinámicas lo que lleva a que en unos lugares el oficialismo de derechas parta como favorito (Argentina), en otros lo sea la oposición de centro derecha (Chile) y en otros el oficialismo de centro izquierda (Uruguay).